Patrice Lumumba: congoleño revolucionario, independentista y héroe africanista - MPPRE

Patrice Lumumba: congoleño revolucionario, independentista y héroe africanista

El 17 de enero de 1961 la República Democrática del Congo (RDC) perdió al líder de su lucha independentista, Patrice Lumumba, quien fue perseguido, torturado y fusilado por mercenarios belgas, que actuaron bajo órdenes de los gobiernos de Estados Unidos y Bélgica, llegando incluso a despedazar su cadáver y sumergirlo en ácido. Patrice Émery Lumumba, nació en 1925 en Katako-Kombé, Kasai, una de las regiones más pobres del centro del Congo belga, fue el primer jefe de Gobierno en la historia de esa nación en ser elegido por los congoleños, un líder revolucionario auténtico que se hizo sentir en el pueblo por su lucha por la descolonización. Los ideales de Lumumba y su justo proceder le permitieron ganarse el aprecio de otros líderes nacionalistas africanos, como Kwame Nkrumah y Sékou Touré; se impuso a los restantes dirigentes autóctonos del Congo a propósito de la Mesa Redonda de Bruselas que preparó el camino a la independencia. Su inquietud, ya lo había llevado a organizar el Movimiento Nacional Congoleño (MNC), partido con el que se convirtió en Primer Ministro del Congo, luego de que el MNC y sus aliados ganan las elecciones organizadas en mayo de 1960. El 30 de junio de 1960, se realizó, en Leopoldville -actual Kinshasa- la ceremonia para declarar la independencia de esta nación africana. Nació entonces la República Democrática del Congo (RDC) y el rey belga Balduino I, al anunciar el fin de la colonización, alababa también la obra colonizadora de Leopoldo II, el monarca belga que masacró, explotó y expolió al pueblo congoleño. Lumumba, recién nombrado Primer Ministro, tomó la palabra y de manera clara y directa habló duramente contra la colonización, enfrentando a Balduino I, al manifestar: “Hemos observado como la ley no era la misma para los blancos y para los negros, acomodaticias para los primeros y crueles e inhumanas para los otros. Hemos sido testigos de sufrimientos atroces de aquellos condenados por sus opiniones políticas o creencias religiosas; exilados en su propio país, con un destino peor que la propia muerte (…) ¿Quién podrá olvidar las masacres en las cuales tantos de nuestros hermanos murieron, las celdas en la cuales ellos fueron encerrados por rehusarse a someterse al régimen de opresión y de explotación que por fin vencimos?”. Además de dejar claro al rey belga su posición de rechazo rotundo al colonialismo del cual era objeto su nación, Lumumba llamó a sus compatriotas a la unidad para alcanzar un mejor país, “juntos, mis hermanos, mis hermanas, vamos a comenzar una nueva lucha, una lucha sublime que va a guiar a nuestro país a la paz, a la prosperidad y a la grandeza. Juntos vamos a establecer la justicia social, y a asegurar que todos tengan la remuneración justa por su trabajo”. En esencia Lumumba fue un hombre justo, valiente y con un discurso claro, que para nada incluía alguna frase que pudiese ser interpretada como signo de complacencia con la corona belga. Rechazaba toda acción proveniente de ésta y sin miramientos y tapujos le mostró su desacuerdo con la explotación y la esclavitud a las que sometían y seguían sometiendo a los congoleños, lo cual causó resquemor en los colonialistas. El comportamiento de Joseph Kasavubu, quien era Presidente de la RDC al tiempo que Lumumba era Primer Ministro, era diferente, mostraba sus simpatías con la corona belga. Fue precisamente Kasavubu, quien tomó acciones para destituir ilegalmente a Lumumba. Sin embargo, esto no ocurrió porque el Parlamento apoyó al Primer Ministro y ordenó la dimisión de Kasavubu. La acción quedó sin efecto debido a que el ejército ejecutó un golpe militar el 14 de septiembre, destituyen a Lumumba y lo imponen arresto domiciliario, con custodia a cargo de tropas de la ONU, presidio del que Lumumba logra huir, marcando el fin de su destino. La actitud anticolonialista de Lumumba, su lucha por la liberación e independencia definitiva del Congo lo hicieron merecedor del odio de las potencias imperialistas y éstas viendo que ya no había forma de pasar a Lumumba a su bando decidieron sacarlo del camino, aniquilándolo de la manera más burda y criminal que les fue posible. Fue así como la noche del 17 de enero de 1961, Lumumba y sus compañeros murieron fusilados, luego de sufrir duras torturas, y en una acción por intentar desaparecerlo por completo, su cadáver fue cortado en pedazos y sumergido en ácido. La muerte de este líder condenó a la RDC a una feroz dictadura que se extendió por más de 30 años. Medio siglo después las autoridades estadounidenses reconocieron su responsabilidad en el derrocamiento y muerte del Lumumba, así como también lo hizo el Estado belga. La RDC y los pueblos de África no olvidan a Lumumba, quien fue nombrado héroe nacional en 1966. Janite Fuentes/ Observatorio de Medios del Centro de Saberes Africanos, Americanos y Caribeños.